Tenía 33 años, era padre de tres hijos y hasta el 11 de septiembre de 1973 trabajaba como obrero en el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli.
Andrés Montecinos Silva vivía en Nilahue, muy cerca de la imponente cascada del mismo nombre, ubicada en el camino que une el sector de Calcurrupe con Riñinahue, comuna de Lago Ranco.
De acuerdo a lo establecido por el informe Rettig, Andrés fue ejecutado el 9 de octubre de 1973, en el sector rural de Sichahue, a 10 kilómetros de Llifén, ruta al lago Maihue.
“El día 6 de octubre lo sacaron violentamente entre las 11 y 12 del mediodía desde la casa de nuestros padres, en Nilahue, como 90 militares, y lo llevaron a un fundo aledaño”, recuerda a Diario Futrono su hermana Esterina Soledad Montecinos Silva.
Comenta que la patrulla militar allanó la casa de sus padres, sin encontrar armas ni el material subversivo que buscaban.
Montecinos Silva era el mayor de 10 hermanos y fue detenido sin causa oficial alguna, aunque la versión que manejan los familiares, señala que semanas después del golpe fue acusado por vecinos adeptos al gobierno militar por una supuesta cercanía a ideas y dirigentes de izquierda.
Esterina agrega que durante dos días su hermano fue torturado en el subterráneo de una casona ubicada en las cercanías, junto a otro lugareño, quien logró escapar corriendo por un estero.
El informe Rettig sólo indica que el campesino murió ejecutado por agentes del estado, pero los familiares aseguran que desde Nilahue fue sacado en helicóptero y ese 9 de octubre apareció en Los Llolles, lago Maihue, desde donde habría caminado escoltado por una patrulla militar hasta el fundo Sichahue, lugar de su muerte.
“Ya hueón, ándate”, le habrían dicho. Y mientras corría le dispararon por la espalda a unos 150 metros del camino a Llifén, en un potrero ubicado en las cercanías al río Calcurrupe.
Esterlina recuerda que varias semanas después concurrió al lugar donde yacía su hermano. “Estaba boca abajo, entre unos troncos, y su sombrero tenía dos orificios de disparo”, rememora con dolor. Fue con una tía y el lugar era vigilado, “no pudimos enterrarlo”.
En el informe se establece que Carabineros de Llifén prohibió dar sepultura al obrero y los familiares, después de dos meses, se organizaron para llegar de noche y por fin pudieron enterrar sus restos, cerca de un árbol para tener una referencia en el futuro.
De esa manera, arriesgando sus vidas, contravinieron la orden oficial y evitaron que los perros destrozaran completamente sus restos.
En 1990, con motivo de las investigaciones del ministro en visita Nibaldo Segura Peña, designado como juez especial por el caso Chihuio, los familiares se contactaron con la justicia y guiaron la exhumación de los escasos huesos que quedaron enterrados a pocos centímetros de la superficie.
Al lugar llegó TVN, Canal 13 y El Mercurio, no hubo que buscar mucho, los familiares sabían donde estaba la tumba informal. Así, los medios de comunicación fueron testigos y transmitieron el instante en que las telas de la ropa, botones, zapatos y restos de Andrés, quedaron al descubierto, a pesar de los años.
“Nosotros perdonamos, pero no olvidamos”, señala a Diario Futrono, Esterina, quien recuerda que su madre murió con el dolor inmenso por la pérdida de Andrés y por la falta de justicia.
Como concluye el informe Rettig, “las múltiples declaraciones de testigos sumadas y las inspecciones personales y peritajes que rolan en la causa instruida por el Ministro en Visita llevan a esta Comisión a formarse la convicción que Andrés Silva fue ejecutado por agentes del Estado quienes violaron su derecho a la vida”.
El pasado 3 de septiembre se realizó una breve, pero emotiva visita al lugar de muerte de Andrés, en el contexto de una jornada organizada por la Agrupación Centro Cultural Futrono y el Colegio de Profesores Futrono.
Andrés Montecinos fue asesinado a plena luz del día ese 9 de octubre, horas después, pero en la noche, otros 17 campesinos, en su mayoría evangélicos, fueron ultimados a balazos y con corvos en Chihuío.
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