El abuso de la oficialidad, los pocos recursos para la tropa y un amor imposible por las diferencias sociales entre un suboficial y una dama de sociedad detonaron el motín de la tropa del Batallón Valdivia que estaba acantonado en Osorno. Con el sargento 1° Juan de la Cruz García como principal complotado -quien se había enamorado de la dama Nieves Montalva-, los soldados del batallón asesinaron al gobernador de Valdivia y principal jefe militar de la zona teniente coronel Cayetano Letelier y con él mataron a bayonetazos o tiros a 6 oficiales.
Tras los asesinatos, la tropa se dedicó a saquear Osorno en busca de comida o dinero, mientras parte de la población huyó como pudo y otros se escondieron para no caer presa de las bayonetas de los soldados exaltados.
Esta historia fue relatada en el libro “La Guerra a Muerte” que Benjamín Vicuña Mackenna escribió en 1868 donde cuenta las penurias del Ejército de Chile que aún peleaba en la zona sur contra montoneros e indios realistas. La misma historia la rescató en 1892 el diario “El Damas” de Osorno bajo la pluma del abogado y periodista Fernando Cañas Letelier. La sensación de desgobierno en Osorno no terminó ahí y siguió varios meses más con García al mando en el fuerte Mackenna (Reina Luisa).
CALMAN LOS ÁNIMOS
Tras la muerte de los oficiales y la tropa pululando por Osorno, hubo dos personajes que llamaron a la cordura, ellos fueron el comisario militar Rafael Pérez de Arce y el teniente José Mesa. Pérez de Arce fue visitado por soldados que le exigieron que les entregara el dinero que estaba a su cuidado y las llaves del almacén de víveres. Pérez de Arce entregó el dinero, pero les hizo ver que era más prudente no hacer lo segundo, pues contenía las reservas de tabaco y ron que en poder de los soldados sólo podría exacerbar más las animosidades de saquear y matar.
Tras tiras y encoge, los soldados aceptaron la propuesta de Pérez de Arce para que éste les proporcione productos del almacén, pero con mesura. Al día siguiente de la sangrienta madrugada del 15 de noviembre de 1821, el comisario militar se presentó en el fuerte para parlamentar con los alzados y pudo dialogar con ellos. También pudo constatar la situación de pobreza que pasaban esos soldados y trató de saciar el hambre que pasaban con la ayuda de los ciudadanos osorninos que se quedaron. Rafael Pérez de Arce envió un informe detallado de los hechos al director supremo Bernardo O’Higgins.
El otro hombre clave fue el teniente José Mesa, un soldado realista que había decidido pasarse al bando patriota. Mesa fue consejero del sargento 1° García, luego que éste asumiera el mando militar y varias decisiones que tomó fueron consejos del joven oficial.
NUEVO GOBERNADOR
Asesinar al gobernador de toda la provincia era un hecho grave, por lo mismo el sargento García envió el 19 de noviembre un oficio al Cabildo y Ayuntamiento de Valdivia, lamentando lo sucedido y proponiendo la elección de un Gobernador en reemplazo del extinto Cayetano Letelier.
En ningún momento la tropa alzada negó la causa patriota y García lo dejó claro en el oficio al escribir: «Mi mayor placer será en ocupar la espada en el sostén de la justa causa de la América».
García invitó a los miembros del Ayuntamiento y Cabildo valdivianos a reunirse en la Misión de Trumao el día 27 de noviembre para efectuar al día siguiente la elección de nuevo Gobernador.
En la mañana del 28, y antes de la votación, cuyo reglamento fue fijado por García con fecha 22, se celebró una misa en la Misión de Trumao, seguida de una solicitud de perdón de los sucesos recientes, dirigida a los cabildos respectivos por los escribanos públicos de Osorno y Valdivia. Como nuevo gobernador fue elegido el militar Pedro de la Fuente, que había sido exiliado en Valdivia por ser “carrerino”, amigo de Manuel Rodríguez y opositor a Bernardo O’Higgins. No obstante, De la Fuente renunció el 22 de diciembre a su cargo y fue reemplazado por el destacado vecino valdiviano Jaime de la Guarda, amigo de O’Higgins y que durante la Reconquista sufrió prisión en el archipiélago de Juan Fernández junto a muchos patriotas.
OTROS MOTINES
Anteriormente el gobernador de la Fuente dispuso el traslado del Batallón a Valdivia, pero antes del traslado se produjo otro motín en Osorno, sólo que esta vez el sargento Juan de la Cruz García estuvo del otro bando e hizo fusilar a los traidores en el fuerte, ellos fueron los suboficiales Toledo y Baeza y otros nueve cómplices. Pero eso no quedó ahí, pues cuando la tropa viajaba de Osorno a Valdivia, a la altura de Trumao, hubo otra alzada y se debió fusilar a otros seis soldados.
Ya en Valdivia, los vecinos se esforzaron por atender a los soldados, en parte por miedo y porque era evidente el mal estado con el que llegaban a la ciudad, mal alimentados y mal vestidos. Los valdivianos ya habían hecho esto antes en 1818 cuando debieron atender a los realistas derrotados de la Batalla de Maipú y llegó una soldadesca de pocos modales y atropelladora, por lo que al igual que a los amotinados de Osorno los trataron bien, pero por obligación.
La situación tan irregular se vivió casi por medio año, pues el gobierno central no pudo enviar pertrechos, principalmente porque la situación con la “Guerra a Muerte” contra el montonero Vicente Benavides impedía el normal tránsito de tropas y porque O’Higgins y San Martín estaban de cabeza armando la expedición libertadora al Perú.
El único que pudo llevar paz a Valdivia y Osorno fue el coronel Jorge Beauchef, quien viajó a la zona en enero de 1822. Uno de los complotados de Osorno, el sargento Andrés Silva, el asesino del gobernador Letelier, creyó que el francés iba a llegar a la zona a tomar medidas de castigo y trató de amotinarse nuevamente en el Castillo de Corral. Silva quiso usar los cañones del fuerte contra los barcos que traían a Beauchef -el Lautaro y la Chacabuco-, pero el oficial se impuso y mandó a fusilar a Andrés Silva y con él al sargento Miguel Bustamante, el cabo José Casas y los soldados Salas y Rubio. La cabeza de Silva fue colocada en Osorno, en la plaza del Fuerte, frente a la casa del sargento García.
EL EPÍLOGO
Como epílogo se puede decir que el mediador Rafael Pérez de Arce se granjeó buena fama y el 20 de noviembre de 1826 fue nombrado Intendente de la provincia de Valdivia, el primer intendente de la historia republicana de esta zona.
¿Y qué pasó con Juan de la Cruz García? Pues su romance llegó a buen final, pues se casó el 21 de enero de 1822 con su enamorada Nieves Montalva.
Pero quedó rondando una halo de traición sobre la figura de este sargento enamorado, pues al pedir su indulto en 1826 al director supremo Ramón Freire relató que se habría visto obligado por las circunstancias a ser jefe de los amotinados. “Entré, por fin, con dolor de mi alma a funcionar en el mando de la referencia, y a costa de exponer mi existencia en manos de los amotinados, fue mi primera intención aquietarlos con seducciones y libertar al pueblo de Valdivia de los terribles males que contra él proyectaban”, escribió de su puño y letra, pidiendo exoneración.
El original del documento se hizo público 100 años después en el periódico “El Osorno” en su número del 14 de noviembre de 1921 y que facilitó un descendiente de García, don Francisco Félix Díaz García.
El amotinado de Osorno tuvo 10 hijos con doña Nieves Montalva y prosiguió su carrera militar como si nada, pues en 1842 fue promovido a teniente de la Compañía de Cazadores del Batallón de Infantería Cívica de Osorno. Su vida transcurrió hasta los 78 años el 5 de agosto de 1863 y su amada Nieves le siguió al más allá cuando tenía 70 años un 23 de julio de 1871.
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