Esa noche del 27 de febrero de 2010 había luna llena, por lo que el sismo 8.8 de las 03:34 no dejó a la zona centro-sur del país completamente en penumbras. No tanto, al menos.
En Corral el movimiento traía a la memoria de los más antiguos los fantasmas guardados desde el 22 de mayo de 1960. Pero para los que nacieron con posterioridad al sismo más grande registrado en la historia de la humanidad, este terremoto era lo suficientemente grande para generar los propios y poner en práctica algo de lo aprendido gracias al relato de esos sobrevivientes.
“Cometimos hartos errores, pero aprendimos”
Cristina Pérez Navarro, secretaria de la junta de vecinos de Amargos en 2010, relata lo que experimentó durante esa madrugada: “Lo que más recuerdo es el tremendo temblor. No había sentido nada parecido antes. Hubo corte de luz, chequeé cómo había quedado mi casa y luego salí a la calle a ver qué pasaba con los vecinos y con el entorno. Como era sábado, mis sobrinos andaban todos en la discoteca y alcancé llamarlos para que regresaran. Y volvieron ellos y cientos de jóvenes más, muy asustados”.
Agregó que a los minutos “nos dimos cuenta que nadie dijo nada. No hubo sirenas, avisos, alertas, alarmas. Carabineros de Corral -que en esa época andaba en un carro muy precario- patrullaron toda la comuna e hicieron una tremenda labor, porque evacuaron a las personas que vivían a orilla de playa con ese carro precario, priorizando a los adultos mayores, a los que llevaron a lugares seguros”.
La dirigenta contó que “después de que se recogió el mar nos preparamos todos y dijimos hay que irse y auto-evacuamos al Morro Gonzalo, en auto, como la mitad de Corral”, expresando que “fue una noche de terror para los que no habíamos tenido una experiencia similar anterior”.
Pérez Navarro reconoció que aunque “nos sirvió que siempre tuvimos una cultura de terremoto, porque siempre escuchamos a nuestros papás hablar de ello, también cometimos errores y aprendimos”.
Afirmó que “aprendimos que no estábamos preparados, porque aunque se hizo un ejercicio de simulacro en noviembre de 2009, la gente se reía y decía: ¿y qué andan leseando?, mire como andan asustando a la gente. Nadie tomaba en serio los ejercicios de preparación. Y eso fue un error de la población. No haber tomado en serio lo que enseñaba la Onemi en esos años”.
Y ahí hubo al mismo tiempo una gran enseñanza, reconoció, afirmando que “en lo personal, esa noche salí con lo que tenía puesto. Nunca pensé en alimentos, abrigo y mucha gente hizo lo mismo. Con lo puesto. Ahora tenemos claro que hay que tener una mochila de emergencia, preparada con las cosas básicas, porque en cualquier minuto algo similar vuelve a repetirse”.
Aseguró que “fue un tremendo aprendizaje el 27F. Ahora la actitud de la población frente a los ejercicios de preparación y frente a eventos de la naturaleza es diferente. No hay esa indiferencia previa. Ahora todos se lo toman en serio. Cometimos hartos errores, pero aprendimos”.
“Se ha avanzado en varios aspectos”
Para Roberto Martínez, superintendente de Bomberos de Corral en ese entonces y ahora nuevamente, lo que más recuerda de esa madrugada de febrero son sus esfuerzos “para tratar de calmar a la población, a mis compañeros y a mí mismo, porque había más susto que otra cosa”.
Relató que 15 minutos después del sismo encendió su radio y escuchó el desorden que había en las comunicaciones. “Todos asustados, transmitiendo informaciones erróneas o correctas, pero sin orden, por lo que decidí bajar al cuartel y preparar las máquinas para salir a avisar a la gente que saliera del borde costero, por el inminente peligro de tsunami, aunque en ese minuto no había información oficial al respecto. Estábamos a la buena de Dios y solo considerando lo que nos decía la Armada a nivel local”.
Martínez sostuvo que “recién en la mañana se conformó el Comité de Emergencia Local y empezó a haber mayor coordinación entre las instituciones”, pero a la hora de las evaluaciones lo primero que hace es “un mea culpa por el desorden de nuestras comunicaciones radiales”. Aunque no se justifica, señaló que “era una experiencia nueva para muchos de los que estábamos trabajando en ese tiempo y aunque teníamos el conocimiento de nuestros padres por el terremoto del ‘60, no habíamos experimentado un terremoto en carne propia”.
Destacó que desde entonces a la fecha “se ha avanzado en varios aspectos, como en la información, por ejemplo. Ahora las comunicaciones están ordenadas y en eso los simulacros que se han hecho después de ese día han ayudado mucho. Las comunicaciones son expeditas y al menos los organismos de emergencias no dejamos nunca de prepararnos, para que cuando vuelva a ocurrir algo similar, sepamos qué hacer y lo hagamos de manera casi automática”.
Agregó que “a veces la población en general no es tan participativa, pero los simulacros son la mejor manera de practicar y estar preparados”.
“Cada ciudadano debe dar la importancia a estos temas”
El entonces director comunal de emergencias, Javier Herrera, tiene en la retina de ese 27 de febrero de 2010 ”el gran daño que generó el tsunami en los sectores de Las Coloradas, en Isla del Rey, donde producto de lo estrecho de los canales interiores la ola tomó una gran altura y fuerza, llevándose a su paso los muelles de conectividad de las comunidades”. Recordó que dichos estragos “fueron el mayor daño a la infraestructura que se generó en la Región de Los Ríos, junto con la destrucción de parte de la costanera de Valdivia”.
En cuanto a la enseñanza más importante que le dejó este evento, afirmó que “Chile necesita contar con un Sistema de Protección Civil más robusto que el que había en ese momento”. Reconoció que “sin lugar a duda se ha avanzado mucho, pero cada ciudadano debe -en su núcleo familiar- dar la importancia a estos temas conversando y previniendo, haciendo cosas tan básicas como elaborar un plan de organización familiar para estos casos”. Recordó que Onemi cuenta con el Plan Familia Preparada, agregando que si “esta herramienta pudiera llegar a todas las familias de Chile, sería ideal”.
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