Santiago, año 2012, cerca de las 19 horas. Ocurrió en la intersección de las calles Francisco Bilbao con Ricardo Lyon. Nelson Schwenke cruza la calle con luz roja y es arrollado por un automóvil. Se golpea la cabeza y es llevado de urgencia al centro de salud Manuel Ramírez Izquierdo.
Horas después en otro lugar de Santiago, Marcelo Nilo ve su celular y ve que tiene varias llamadas perdidas. Llama de vuelta, le comunican que su amigo Nelson fue atropellado y le dan la dirección del centro de salud. Acude al lugar, mientras se le pasa por la cabeza que Nelson es capaz de ir cantar con una pierna enyesada, pues tenían arreglados dos conciertos en Puerto Montt y Temuco para el fin de semana
Llega al hospital y recién ahí cae en cuenta que lo que le había pasado a Nelson era realmente grave. El integrante del famoso dúo Schwenke y Nilo, de 55 años, tenía muerte cerebral. El informe médico era lapidario.
DE BANDA A DÚO
Valdivia, 1979. Marcelo Nilo ensaya con su banda en aquel año y uno de sus compañeros le presenta a Nelson Schwenke, pues consideraba que ese flaco joven podía ser un buen aporte musical para ese grupo que habían formado con el profesor Julio Mariángel.
El objetivo del grupo era acceder a la famosa “Peña de la UTE”, en la Universidad Técnica del Estado, instancia donde en los años sesenta habían pasado los más afamados artistas chilenos.
Pero eran los años setenta y la vida de los músicos no era tan fácil. Al final los únicos que llegaron a presentarse una noche a la peña fueron Nelson y Marcelo. Habían preparado unas canciones y se fueron a ofrecer para actuar. Ahí los presentaron por primera vez como Schwenke y Nilo y su primera paga fue una empanada y un vaso de navegado. Fue el inicio de 33 años de música, amistad, trabajo, compromiso, lealtad y hermandad… “¡Familia!”, añade Marcelo Nilo.
LA GIGANTOGRAFÍA
Hace 9 años, un 22 de junio de 2012 los familiares de Nelson Schwenke deciden desconectarlo y sacarlo de su agonía tras su accidente. Se toma la decisión de darle una gran despedida a Nelson, algo a la altura de un artista que aportó al Canto Nuevo. Marcelo Nilo tenía que mandar a hacer una gigantografía de su amigo, pero no sabía a quién encargar ese trabajo y más encima en un fin de semana.
Estaba en la calle recibiendo condolencias de amigos cuando un hombre que no conocía cruzó en diagonal la calle y se unió a los sentimientos de dolor por la partida de Nelson. Se despide, camina cerca de 10 metros, pero al rato regresa y le dice: “ustedes han hecho tanto por nosotros, no sé qué podría hacer uno, yo con mi señora lo único que hacemos son gigantografías…”. Marcelo no lo podía creer. La solución a su problema había llegado sola. “Para más remate el tipo se llamaba Angelo. ¡Increíble!”, recordó emocionado Marcelo.
LA BOMBA
Concepción, 1986. Schwenke y Nilo son presentados a las 21 horas como el gran espectáculo artístico de esa noche en el gimnasio del colegio salesiano de esa ciudad. Cantaron sin problemas la primera parte de su show y en el descanso les anuncian que mientras hacían su presentación llamaron como 10 veces al colegio diciendo que a las 22 horas iba a explotar una bomba. Marcelo y Nelson abren sus ojos asombrados.
“¿Qué vamos a hacer?” le pregunta ansiosamente Nelson a Marcelo y éste responde “¿Qué me preguntas a mí?”. Al rato Marcelo responde “si tengo que cantar yo canto”.
Suben al escenario a las 21.50 horas y Nelson con toda tranquilidad le anuncia al público lo del aviso de bomba. Estupefacción total entre el público, algunas mujeres tomaron sus carteras nerviosas. Entonces Nelson añade “… pero como Marcelo dijo que él va a cantar, entonces los dejo con Marcelo”, al instante Schwenke se va y deja a Nilo solo arriba del escenario con la guitarra. Una ovación fuerte se desató, Nilo miraba al público y miraba al escenario, pero Schwenke no estaba. Comienzan a aplaudir y a gritar. Nilo empieza a sudar, pasan 3 minutos y vuelve Schwenke riéndose al tiempo que la ovación se hace ensordecedora.
El dúo completa la actuación y todos los presentes se olvidaron de la bomba. “Así era el sentido del humor que tenía Nelson”, recordó Marcelo Nilo.
Eran los tiempos del gobierno militar y no era fácil tener la valentía de decir abiertamente que no estaban de acuerdo con Pinochet. El dúo nunca sufrió una detención, pero sabían que los vigilaban, incluso Marcelo recibió un día una carta con remite de una familia muy amiga que tenía y al leerla se trataba de una anónima amenaza de muerte.
EL CÁNCER
La muerte le rondaba a Nelson Schwenke. En plenos años ochenta y en la cúspide de su carrera Nelson tuvo que sobrellevar su trabajo artístico con un cáncer linfático. Los médicos lo habían deshauciado. Nelson se estaba muriendo.
“Nelson pesaba como 48 kilos, había que ayudarlo para que caminara y tenía fiebre de 41 grados. Se vio morir”, expresó el guitarrista del dúo.
Pero se abrió una puerta. El médico le habló a la esposa de Nelson de un instituto oncológico en Estados Unidos que hacía un tratamiento experimental. “Su señora dijo, doctor, hay que hacer todo lo que hay que hacer, sigamos. Y empezamos con un tratamiento. Mucha gente nos colaboró y ahí entendimos cuál era el negocio de las farmacéuticas y cómo perseguían a los que traían la droga desde afuera”, recordó.
Marcelo Nilo dijo que entre ese tratamiento, los monjes médicos brasileños y las mandas a San Martín de Porres, Nelson empezó a experimentar una mejoría notable en su salud.
La voz principal del dúo también tuvo que lidiar con dos infartos, uno de ellos justo cuando visitaba al médico; también tuvo un problema con una úlcera que le provocó serias hemorragias.
Un día, visitando a un amigo enfermo, Nelson le comentaba a éste de todos los problemas de salud que había tenido que superar, al final le dice “parece que la única manera de que muera es que me atropellen”. Salió profecía.
LOS NUEVOS TIEMPOS
Marcelo Nilo vive su “encierro” por la cuarentena en la Región Metropolitana, al tiempo que analiza los sucesos sociales que han ocurrido en este año y medio y cree que la pandemia ha desnudado aún más la fragilidad social de Chile. “Desde octubre de 2019 he echado de menos a Nelson. Cada vez que estoy en una manifestación o tocando en una plaza, echo de menos no compartir con él, estaría muy feliz con lo que está pasando”, reflexiona.
“En los ochenta cantábamos ´Qué cara pondrá cuando me hijo y yo con toda mi gente y todo mi pueblo cambiemos de prisa su Constitución de 1980 por una más nuestra’. Me habría gustado decirle a Nelson que para el Plebiscito fui con mi hijo menor a votar para cambiar esto, compartir con él lo de las últimas elecciones donde vuelven a aparecer los que no habían aparecido en el mundo social y político que es nuestro pueblo básicamente. No es extraño decir que este país lo gobiernan las elites y lo gobiernan de la manera que todos saben que lo hacen”, dispara Marcelo.
La crítica a una sociedad materialista e individualista sigue presente en los conceptos que emite el destacado músico. “Desde muy jóvenes cantábamos canciones y entendíamos que primero que nada éramos hombres sociales y en segundo lugar estaba la individualidad y fue central comprender eso para vivir lo que hemos vivido. Hoy ya sabemos que no tenemos un sistema de seguridad social y que la AFP era un negocio sólo para algunos y que somos uno de los países con una de las desigualdades más grandes en el mundo. Todo el tiempo nos han dicho de los promedios del país, pero no nos dicen que más del 50 por ciento de los trabajadores tienen un sueldo bajísimo, entonces me pregunto ¿nos puede ir mal? Tal vez se pueda equilibrar la balanza y podamos avanzar en el drama de que los viejos deben seguir trabajando hasta los 80 años”.
Marcelo Nilo no tiene miedo, más bien esperanza del trabajo de los constituyentes. “Es posible construir un país más solidario” y añade “este no es un país de flojos como nos caracterizan, es de gente trabajadora. ¿Cómo puede ser posible que para educarte tengas que endeudarte y después vivas para pagar las deudas? y te enteras que la UF era para favorecer a los ricos y lo admite gente muy de derecha. Eso es escandaloso, no tiene nombre”.
LAS SEÑALES
Han pasado 9 años de la partida de Nelson Schwenke y para Marcelo Nilo su amigo no se ha ido y sigue presente, no como un fantasma, sino en tenues señales que él las interpreta como presencias o comunicaciones especiales. “Yo las llamo señales”, dice Marcelo y recordó que a la semana de la muerte de Nelson escuchó una canción del cantautor Hugo Moraga y en una de las estrofas decía: “Dejo mi corazón, si logran darle cuerda, va a seguir dando vueltas en la rueda”. Marcelo no lo soportó, sintió que su amigo le enviaba un recado desde otro estrato. Lloró a mares solo en su habitación.
“Entendí que la energía de Nelson y que lo que lo movía eran sus canciones. A pesar de todos los temas de salud tenía más fortaleza física que todos nosotros, nos hablaba del corazón”, expresó.
“No hay ningún día en que no dialogue con él de alguna manera. Cada cierto tiempo sueño con él, que estamos con la familia, cosas muy cotidianas. Subconsciente y conscientemente logro darme cuenta que él nunca se ha ido, su energía, su vida, sus opciones, sus afectos, sus amigos siguen estando. Él sigue siendo parte de mi vida”, comenta.
La vida física y la vida del más allá pueden unirse y para Marcelo Nilo esos lazos se fundamentan en el amor, la amistad y unas ganas locas de cantar y expresar sentimientos desde lo profundo del ser y del alma. Marcelo Nilo lo tiene muy claro: “Él no era un compañero de trabajo. Los grupos se separan por muchas situaciones, pero nosotros sabíamos que la única posibilidad de separarnos iba a ser la muerte, pero ni siquiera eso porque seguimos tocando con él, la muerte no fue capaz de separarnos”.
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